En estos tiempos de crisis en los que nos encontramos, están saliendo a flote todas esas cosas que se han consentido, ante las cuales se ha hecho la vista gorda para el beneficio de unos pocos y que han dado lugar a tan lamentable situación económica en nuestro país. Pero dentro de ese "todo vale" de estos últimos años, también ha valido no cuidar al sistema educativo que ha ido de mal en peor quitando la ilusión a gran parte de la comunidad educativa.
Ahora, por el efecto del último informe PISA de 2009 que nos puso muy mala nota a los españoles, y junto a muchos otros problemas dentro de la educación que están potenciando el fracaso escolar, nos echamos las manos a la cabeza y desde algunos sectores conservadores se plantean medidas propias de otros tiempos intentando reeditar a la figura del profesor desde un prisma autoritario y de carácter rígido con el alumnado para recuperar la calidad de la enseñanza.
La educación hay que reconquistarla desde el diálogo, el consenso y el entendimiento entre todas las partes implicadas en ella, sin necesidad de recurrir a actuaciones rígidas como las que plantean algunos sectores, que no harían otra cosa que distanciar aún más a los profesores de los alumnos.
Quizá una de las actuaciones más importantes que deberían acometerse para ir en el buen camino por parte de los centros educativos, es poner verdaderamente en marcha la legislación vigente que contempla la resolución de conflictos de convivencia, como es el caso del Decreto de convivencia de Castilla La Mancha, que dota de recursos materiales y humanos además de una política que apuesta por el diálogo.
Desde los organos especializados en estas cuestiones, se deben descartar a priori todo tipo de medidas que sean sólo de carácter punitivo, entre otras cosas porque no son nada efectivas. Entre los modelos relacional e integrado, se debería apostar por este último, ya que contempla todo un abanico de posibilidades regladas que apuesta por el diálogo como recurso principal de solución. Se proporcionaría tanto a víctima como al verdugo una visión de justicia más eficaz y reparadora, garantizando por un lado la asunción de responsabilidad por parte del culpable (que puede estar exenta o no de castigo), y por otro la subsanación del perjudicado.
Por desgracia, conseguir que "O Pelouro" sea el paradigma de la educación pública del futuro es bastante utópico (aunque muy deseable para mí), pero sí que podemos entre todos construir una educación con grandes diferencias que apueste por el entendimiento y el diálogo entre profesores y alumnos uniendo los caminos tan dependientes y necesarios de unos y otros.
" Una sociedad se embrutece más con el empleo habitual de los castigos que con la repetición de los delitos."
Oscar Wilde.
